viernes, 1 de noviembre de 2013

Apuntes para una evaluación justa: De Rawls al valor agregado del estudiante

La concepción que tenemos en la actualidad de Justicia Social es heredera, en primer lugar y por encima de cualquier otra propuesta posterior, de las ideas del filósofo político John Rawls. Su gran aportación es considerar Justicia Social como "distribución" (Rawls, 1971) o, como el mismo llamó alguno de sus artículos más influyentes, "Justicia Social como Equidad" (Rawls, 2002).

En los más de 40 años que han transcurrido desde que publicó la magna obra que recoge sus planteamientos, "Teoría de la justicia", se han elaborado multitud de propuestas de distinta procedencia y fundamento ideológico, aunque todas ellas parten de sus ideas, ya sea para complementarlas o para criticarlas. En esencia, las nuevas aportaciones se refieren, en primer lugar, al debate sobre "qué se distribuye", así mientras que Rawls habla de "bienes primarios" otros autores como Sen (2010) o Nussbaum (2006) optan por distribuir capacidades. Pero, además, hay autores que defiendes que la distribución no es suficiente, que debe ser completada con ideas como Reconocimiento y Participación (Fraser, 2008). Sin embargo, la lectura y relectura de Rawls nos sigue ofreciendo sugerencias para la reflexión.

Este autor nos provoca con una afirmación bien rotunda: no es suficiente con que las instituciones básicas de la sociedad sean ordenadas y eficientes, es necesario que sean justas. Y que si no lo son, deben ser "reformadas o abolidas" (Rawls, 1971, p.17). Considera que, para que una institución social sea justa, debe contrarrestar los efectos de la buena y la mala fortuna en el nacimiento; de tal forma que las diferencias en bienes primarios se deban las acciones, el esfuerzo, el empeño y la dedicación de cada persona..., nunca a su origen o su situación de partida.

Cierto es que Rawls no consideró el sistema educativo, ni la institución escolar, entre esas instituciones básicas de la sociedad. Ni siquiera a la educación como un "bien primario", que debe estar igualmente distribuido para conseguir una sociedad justa. Pero sus palabras necesariamente nos llevan a pensar en cómo tendría que ser la escuela, la educación (cómo habría que reformarla), para que no hubiera que abolirla.

Cuando Rawls habla de "los azares del nacimiento" se refiere, en primer lugar, al género la cultura y la etnia. Y seguramente estamos todos de acuerdo que hombres y mujeres, así como personas de diferentes etnias y culturas son y deben ser tratados como iguales, y que este simple hecho no debería generar diferencia alguna. Pero también habla de la clase social como uno de esos azares que deben contrarrestar las instituciones justas. Así, las diferencias en la posesión de bienes primarios no deberían estar influidas por la clase social de nacimiento ni por el capital cultural de los padres. Y esto, que no es exactamente igualdad de oportunidades, ya es más complejo (Dubet, 2011).

Pero más nos inquieta cuando también incluye en esa "lotería de nacimiento" a las capacidades (dotaciones naturales). Por naturaleza, el azar ha dotado a unos de altas capacidades, a otros de no tan altas, y a otros de alguna discapacidad... pues según Rawls, una institución será justa si las diferencias son generadas exclusivamente por el trabajo y dedicación de cada persona, nunca por la capacidad.

Cuando hacemos el ejercicio de trasladar estas ideas a la educación, a la escuela, se nos abre una interesante perspectiva de reflexión. Así, en una adaptación literal de Rawls, una escuela es justa, entre otras características, cuando los resultados académicos de los estudiantes se debieran exclusivamente a la dedicación, las acciones y el trabajo de cada estudiante, no a su género, cultura, lengua materna o clase social. Y eso, sólo eso, ya nos enfrenta a una gran tarea: los hechos dicen que factores como cultura, lengua materna, lugar de nacimiento o, especialmente, clase social y capital cultural de la familia generan importante diferencias de resultados en los niños y niñas... independientemente de los esfuerzos o méritos individuales. Por lo tanto el desafío está servido, acabar con esas diferencias.

Incluir a las capacidades entre esos azares de la naturaleza que la escuela debe compensar es, si cabe, más inquietante. Las ideas de Rawls nos llevan a pensar que, en una escuela justa, dos estudiantes deben tener idéntico resultado si su dedicación ha sido la misma aunque uno sea espabilado y el otro tenga muchas dificultades de aprendizaje y, con ello, su rendimiento sea diferente.

La idea es sugerente y provocadora. En este desafío, la evaluación en educación resulta del todo central e insoslayable. Necesariamente debemos replantearnos nuestros sistemas de evaluación. ¿Qué es una evaluación justa? Inicialmente queda claro que una evaluación justa solo puede darse en una escuela justa, aquella que compense las diferencias de origen. Que dé más a quien más lo necesita. Pero eso no es suficiente.

Este juego intelectual de las ideas de Rawls nos deriva a imaginar una evaluación justa como aquella que refleje también el resultado "neto" del aprendizaje, tanto como el "bruto". Que valore y de central importancia a lo que el estudiante le añade a su aprendizaje, con dedicación, con interés, con responsabilidad, más que los resultados sin ajustar: lo que sería el valor agregado del estudiante. Es como recuperar el sentido original de la palabra aprender: el avance de los conocimientos que el estudiante ha conseguido.

Lo anterior en ningún caso implica que da lo mismo lo que terminen o no aprendiendo los estudiantes, ya que lo que importa es su dedicación. Muy por el contrario, se trata de que la escuela, asuma y trabaje desde las propias diferencias de sus estudiantes, para poder equiparlos de aquellos saberes y nuevas capacidades que les permitan desarrollarse como ciudadanos críticos, integrales, competentes a fin de no solo poder actuar y desenvolverse libre y adecuadamente en sociedades complejas, sino que construir sociedades más justas y democráticas.

En estas breves líneas hemos querido compartir algunas ideas derivadas de las palabras de Rawls, buscando con ello provocar para generar la reflexión y el debate entre quienes actúan en este desafiante, prioritario y complejo campo educativo.

Referencias

Dubet, F. (2011). Repensar la justicia social. Contra el mito de la igualdad de oportunidades. Madrid: Siglo Veintiuno Editores.

Fraser, N. (2008). Escalas de justicia. Madrid: Herder.

Nussbaum, M. (2006). Las fronteras de la Justicia. Madrid: Paidós.

Rawls. J. (1971). Teoría de la Justicia. México: FCE.

Rawls, J. (2002). La Justicia como Equidad. Madrid: Tecnos.

Sen. A. (2010). La Idea de la Justicia. Madrid: Taurus.


Referencia Original

Murillo, F. J,. y Román, M. (2016). Apuntes para una evaluación justa: De Rawls al valor agregado del estudiante. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 6(2), 5-6.

http://www.rinace.net/riee/numeros/vol6-num2/editorial.pdf

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martes, 1 de octubre de 2013

Toma de Decisiones para una Educación más Justa

¿Son admisibles unas escuelas no justas?

John Rawls, el máximo teórico de la Justicia Social, es muy claro al respecto: no es suficiente con que las instituciones básicas de la sociedad sean ordenadas y eficientes, sobre todo deben ser justas. Y si no lo son, deben ser "reformadas o abolidas" (Rawls, 1971, p. 17). Luego si seguimos a este filósofo, o cambiamos las escuelas para que sean justas, o las cerramos. No hay alternativa.

Parece claro que construir un sistema educativo socialmente justo, no es sólo cosa de políticos y administradores, depende de las decisiones, de los comportamientos y de las actitudes de toda la comunidad educativa. Así, sería posible hablar de una escuela justa en un sistema injusto, incluso de un aula justa.

Una escuela será justa en la medida que haga un reparto diferenciado de los recursos y los esfuerzos en función de las necesidades de los alumnos (de esta forma conseguir, como diría Rawls, que las diferencias en resultados procedan del diferente esfuerzo de los niños y niñas, no del "azar" del nacimiento en aspectos tales como las condiciones sociales, cultura, género, capacidad...). Lo será en la medida que reconoce y valora las diferencias personales y sociales de todos los niños y niñas, y en la medida en que potencia la participación de todos y todas, especialmente de aquellos tradicionalmente excluidos. Pero también será una escuela justa en la medida en que contribuya a la construcción de una sociedad más justa.

Pero no queremos convertir esta editorial en un sesudo artículo de teórico sobre qué es o no la Justicia Social en educación. Apenas queremos recuperar una idea de Rawls para la reflexión y la provocación.

¿Cómo tomamos habitualmente una decisión para que sea justa?

En el momento de elegir una alternativa entre varias posibles igualmente atractivas, el camino más habitual es analizar las consecuencias de una decisión y optar por aquella que genera mayores beneficios a una mayor cantidad de personas. Parece razonable, es la llamada Regla de la Utilidad.

Rawls, sin embargo, propone otra, y la llama regla "maxinim". Según la misma, en situaciones de incertidumbre deben jerarquizarse las distintas alternativas conforme a sus peores resultados posibles. Con ello, deberá adoptarse la alternativa cuyo peor resultado sea superior al peor de los resultados de las otras alternativas.

Vamos a intentar poner un sencillo ejemplo educativo para ilustrarlo. Como miembros del Consejo Escolar tenemos que decidir sobre el destino de unos fondos que tenemos para mejorar la infraestructura de la escuela. Y debatimos sobre dos alternativas. Una posibilidad es invertir esos fondos en mejorar el campo de deportes, tiene desperfectos y causa trastornos a los niños que allí juegan. La otra posibilidad es invertirlo en eliminar unos escalones que hay en la entrada de la escuela.

Mediante la regla utilitarista, es posible que la decisión a tomar fuera mejorar el campo de deportes, dado que de esa inversión se beneficiarán una gran cantidad de niños y niñas. Sin embargo, si usamos la regla del maximin, el no tomar la primera alternativa hará que los niños tengan que seguir jugando en un patio con daños; no tomar la segunda alternativa hará que niños, niñas y adultos con movilidad limitada tengan muchas dificultades o incluso no puedan acceder a la escuela. En ese caso, está claro que la alternativa de que algunas personas enfrenten obstáculos para acceder a la escuela es mucho peor que una mayoría de niños jueguen en un campo de deportes mejorable. Por lo que se tomaría la segunda opción.

Esta regla alternativa desde la visión de la Justicia Social, nos abre una nueva forma de abordar los problemas y dilemas a los que habitualmente nos enfrentamos cuando intentamos organizar experiencias educativas en las que todos los niños y niñas tengan oportunidades de participar y aprender. Nos da pautas de cómo intervenir, cuánto intervenir, cómo repartir nuestro esfuerzo, como docentes y como directivos, para lograr escuelas más inclusivas y equitativas.

Referencia

Rawls, J. (1971). Teoría de la Justicia. México: FCE.

Referencia Original

Murillo y Duk, C. (2013). Toma de Decisiones para una sociedad más Justa. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 7(2), 11.-12.