viernes, 19 de junio de 2020

¿Para qué sirven las revistas de investigación educativa?

 Hace apenas unos días se actualizó el ranking de revistas de SRJ para 2019; más reciente aun es la publicación de la renovación para el 2020 de las Revistas con el Sello de Calidad FECYT; un poco antes se publicó el Ranking de Visibilidad e Impacto de Revistas Científicas  españolas de Humanidades y Ciencias Sociales en ese mismo Sello de la FECYT; está pendiente que cualquier día salga el índice de revistas para el 2019 que elabora Dialnet métricas; y está siempre el ranking de Google Scholar….

Si cualquier investigadora o investigador está sometido a múltiples presiones que le fuerzan a publicar en determinadas revistas elegidas por multinacionales con la connivencia de las Administraciones (Saura y Bolívar, 2019), y ve que su prestigio se mide por el número de veces que son citados sus artículos (lo mida Google Scholar, Dialnet métricas, Scopus, Publons o quien sea), las presiones que sufren las revistas y sus equipos editoriales rayan ya en el surrealismo mágico.

Cualquiera que haya estado en el proceso de iniciar una revista hace unos años, seguro que recuerda las ilusiones puestas en crear un medio «de difusión del conocimiento”, un canal “para la comunicación de la investigación” y, ya en el campo de la educación, un instrumento “para la mejora de la educación» y, por qué no, «de la sociedad”. Sin embargo, tristemente ahora el trabajo se restringe a cumplir mil criterios inacabables -a cuál más exigente- de mil organizaciones indexadoras, a “in-citar” (invitar a citar) a los y las investigadoras a que referencien la revista, a traducir los resúmenes al chino (mandarín) que ahí está el futuro…, es decir, preocuparse por salir bien en las fotos de los rankings. No es mal momento, en ese contexto, de frenar en seco, echar la mirada atrás y recordar el sentido de la existencia de las revistas, al menos de las revistas de investigación educativa.

La investigación educativa, como disciplina eminentemente aplicada que es, busca mejorar la educación. Esto significa incidir en los procesos de enseñanza y aprendizaje, la organización de aula o escuela o la toma de decisiones en política educativa, por poner algunos claros ejemplos. En esa lógica, quizá simplista pero esencial, hay dos colectivos a los que debería ir dirigida la investigación educativa: los y las docentes y las personas que toman las decisiones de carácter administrativo y de política educativa. Se puede añadir a los formadores de formadores, y poco más. Bueno, también al personal investigador para que la propia investigación se autoabastezca hasta el infinito.

De esta forma nos interesa especialmente el profesorado no universitario y la persona que toma las decisiones administrativas y políticas. Y con estos dos colectivos, los diferentes estudios tanto internacionales (p. ej., Hammersley, 2014; Joram, Gabriele y Walton, 2020; Montgomery y Smith, 2015; Van Schaik et al., 2018) como nacionales (Esquivel-Martín, Bravo-Torija y Pérez Martín, 2019; Murillo y Perines, 2017) han encontrado resultados coincidentes: consideran que los docentes piensan que la investigación es de mala calidad (y los que nos dedicamos a ella), que no se abordan los temas relevantes y que la investigación solo sirve para mirarnos el ombligo, publicar en nuestras revistas de autoconsumo y conseguir sexenios. No estamos diciendo nada que no se sepa sobradamente. Pero en este divorcio entre la investigación y la práctica, nos importa el papel de las revistas como mediadoras entre la generación de conocimiento y su uso. Y de aquí viene la reflexión, ¿están consiguiendo las revistas cumplir ese objetivo?, ¿están haciendo que la educación mejore?

Obviamente no vamos a dar una respuesta (que por otra parte no podría ser muy optimista). Pero sí queremos recordar un estudio publicado hace poco tiempo que abordaba ese tema (Murillo, Perines y Lomba, 2017). En el mismo se busca conocer las visiones que docentes no universitarios tienen de dos tipos de artículos de investigación educativa: uno más académico y otro de difusión, y determinar, de esta forma, si están contribuyendo a acercar la investigación a la práctica. Para ello, se seleccionaron dos artículos de actuales y de temática parecida, de sendas revistas bien posicionadas de cada ámbito: Psicodidáctica y Cuadernos de Pedagogía. Y se pidió a un grupo de 20 docentes de educación primaria y de educación secundaria que leyeran ambos textos y, con ello, se les hizo al día siguiente una entrevista.

Los resultados de este estudio no pueden ser más clarificadores a la par que preocupantes. Sin entrar en excesivos detalles, sí que podemos señalar algunos puntos. De entrada, se encontró que tanto los artículos de investigación más académicos como los de difusión no estaban logrando acercar la investigación a los y las docentes. De esta forma, no están consiguiendo contribuir a mejorar la práctica educativa. Así, la gran mayoría del profesorado entrevistado, a pesar de algunas opiniones positivas, tienen una visión crítica, muy crítica, de los artículos de investigación, e incluso, de la propia investigación educativa.

Del artículo más académico, cuyo rechazo fue generalizado, se recogieron comentarios sobre su excesiva extensión, sobre el incomprensible lenguaje, sobre las retorcidas estadísticas, sobre la gran cantidad de citas que impide la lectura del texto, sobre la falta de ideas que pueden ser útiles en la mejora de la práctica…. Incluso de la falta de conocimiento de los investigadores de la “realidad” de la educación y del aula. Pero tampoco se quedó fuera de esa negativa visión el artículo de difusión, cuyas críticas, mayoritariamente de docentes de secundaria, fueron tales como: simplifica la realidad, no aporta información útil, pero también por simplificar en exceso el lenguaje, por infantilizarles al poner dibujos en el texto y por ser demasiado breve como para poder profundizar en las ideas presentadas. Y, por si esto no fuera poco, se hizo patente la desconfianza del profesorado por la investigación cualitativa.

Con ello da la sensación de que las revistas de divulgación no están consiguiendo acercar la investigación, especialmente entre los docentes de secundaria, pero sin duda nada en el caso del artículo publicado en una revista más académica. Parece claro que la solución no debe estar en simplificar el lenguaje, evitar los estadísticos ni en hacer más artículos de difusión. El problema es mucho más profundo. El problema está en la relación entre investigación y práctica, entre docentes e investigadores, y en el papel que las revistas están jugando en esa relación.

¿Para qué existen las revistas? ¿Para mirarnos el ombligo? ¿Para escribir sobre los temas que preocupan a los investigadores (por razones nada relacionadas con las necesidades) en artículos académicos que solo leen investigadores con los que harán más artículos? ¿Para hacerle el juego al gran negocio de la investigación y sostener los fundamentos neoliberales e la Ciencia?

Quizá sea el momento de volver a nuestras raíces y preguntarnos: ¿para qué existimos? Si no logramos ayudar a mejorar la educación, seguramente lo que estamos haciendo es contribuir a un negocio en el cual ganan los que nada quieren que cambie.

Referencias bibliográficas:

Esquivel-Martín, T., Bravo-Torija, B. y Pérez Martín, J. L. (2019). Brecha entre investigación y praxis educativas en la enseñanza de biología. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 17(4), 75-91.   https://doi.org/10.15366/reice2019.17.4.004

Hammersley, M. (2002). Educational research, policymaking and practice. Sage Publications. https://doi.org/10.4135/9781849209083

Joram, E., Gabriele, A. J. y Walton, K. (2020). What influences teachers’ “buy-in” of research? Teachers’ beliefs about the applicability of educational research to their practice. Teaching and Teacher Education, 88, 102980.        https://doi.org/10.1016/j.tate.2019.102980

Montgomery, C. y Smith, L. C. (2015). Bridging the gap between researchers and practitioners. Die Unterrichtspraxis/Teaching German, 48(1), 100-113.   https://doi.org/10.1111/tger.10183

Murillo, F. J. y Perines, H. (2017). Cómo los docentes no universitarios perciben la investigación educativa. Revista Complutense de Educación, 28(1), 81-99.       https://doi.org/10.5209/rev_RCED.2017.v28.n1.48800

Murillo, F. J., Perines, H. y Lomba, L. (2017). La comunicación de la investigación educativa. Una aproximación a la percepción de los artículos académicos y de difusión por parte de docentes no universitarios. Profesorado. Revista de Curriculum y Formación de Profesorado, 21(2), 183-200

Saura, G. y Bolívar, A. (2019). Sujeto académico neoliberal: Cuantificado, digitalizado y bibliometrificado. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 17(4), 9-26. https://doi.org/10.15366/reice2019.17.4.001

Van Schaik, P., Volman, M., Admiraal, W. y Schenke, W. (2018). Barriers and conditions for teachers’ utilisation of academic knowledge. International Journal of Educational Research, 90, 50-63. https://doi.org/10.1016/j.ijer.2018.05.003

Referencia Original:

Murillo, F. J. y Martínez-Garrido, C. (2020). ¿Para qué sirven las revistas de investigación educativa? Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado dehttps://cuedespyd.hypotheses.org/8298