sábado, 1 de noviembre de 2014

Desprivatizar las aulas

Hace ya treinta años, las profesoras Ann Lieberman y Lynee Miller (1984), en un influyente libro titulado “Profesores, su mundo y su trabajo”, nos dejaron una frase que aun hoy nos estremece por su actualidad y veracidad:

      “Con tanta gente comprometida en una misión compartida por tantos, en un espacio y un tiempo tan compactos, es tal vez una de las mayores ironías -y una de las grandes tragedias de la enseñanza- que tanto trabajo se desarrolle en un aislamiento profesionalmente consagrado.” (Lieberman y Miller, 1984, p. 11)
Resulta paradójico que una actividad profesional basada en la interacción docente-estudiante y donde el trabajo en equipo entre docentes es una de las ideas más repetidas, sea una tarea eminentemente solitaria para una gran parte de los profesores y las profesoras. Más allá de palabras y buenas intenciones, la realidad es que la acción educativa se desarrolla en un reducido espacio con una puerta cerrada y donde un solitario docente se enfrenta a la compleja tarea de educar.

No nos equivocaríamos mucho si afirmáramos que tres son los términos sobre los que está incidiendo la literatura de esta década sobre el cambio y la mejora escolar: Aprendizaje, Colaboración y Apoyo (Murillo, 2011; Krichesky y Murillo, 2011). Tres aspectos que a su vez, no por mera coincidencia, son recurrentemente citados por los investigadores en el campo de la inclusión educativa como condiciones clave para avanzar hacia escuelas más inclusivas y equitativas.

Aprendizaje, en primer lugar, porque no es posible que los estudiantes aprendan sino aprenden los docentes y toda la comunidad escolar. Cada día, cada estudiante, es único e irrepetible, y cada momento en la escuela se convierte en una nueva experiencia, una nueva aventura que nos confronta con la necesidad de dejar atrás los viejos esquemas o modelos de enseñanza. Cada niño, cada niña y cada adolescente necesitan una atención personalizada que se ajuste a sus características, capacidades, necesidades, intereses, y solo es posible si los maestros y maestras están también en constante aprendizaje y desarrollo como una forma consustancial a su quehacer diario. El aprendizaje es cosa de todos.

Colaboración es otro de los aspectos clave para la mejora. Colaboración en la medida en que los docentes trabajan y aprenden juntos, diseñan estrategias, discuten y unifican criterios, planifican actividades juntos y juntos las desarrollan y evalúan. Colaboración con otros colegas y profesionales no docentes de su escuela, con colegas de otros centros, con las familias, con el equipo directivo, y con el personal de administración y servicios; también con instituciones y profesionales externos a la escuela. Si, como dicen Lieberman y Miller, todos ellos trabajan en un tiempo y en un espacio cerrado para conseguir un mismo fin, el desarrollo integral de los estudiantes, no tiene sentido entonces, que la labor docente no sea concebida bajo un enfoque colaborativo y de trabajo en equipo.

Apoyo es el tercer elemento y está íntimamente relacionado con el punto anterior. Lograr que todos los estudiantes participen, se beneficien de la experiencia educativa y aprendan, es impensable si los docentes no cuentan con apoyo para abordar las dificultades y retos que les plantea la enseñanza en aulas a las que asisten grupos cada vez más heterogéneos. Asumir que las dificultades para enseñar y aprender son constitutivas de todo proceso educativo y que por tanto, maestros y estudiantes debieran disponer de las ayudas necesarias en el momento que las precisen, es definitivamente un cambio que ha costado mucho instalar en la cultura y las prácticas educativas. Con demasiada frecuencia observamos lo que complica a las y los maestros pedir ayuda de un colega para abordar un contenido en clase, o para recibir sugerencias de cómo facilitar el aprendizaje de un estudiante que presenta dificultades, o sobre la mejor forma de potenciar la creatividad o el aprendizaje autónomo en el aula… De hecho, en muchas escuelas subsiste la tendencia a derivar a un alumno conflictivo o que no está progresando adecuadamente a otro profesional, pero difícilmente se le pide ayuda sobre cómo hacer las cosas de manera diferente.

¿Nos podemos imaginar un cirujano, un arquitecto o un abogado que no consulte y pida apoyo a sus colegas ante un caso o una situación difícil? Como decía Stoll y Fink (1989) la idea de que “siempre hay alguien para ayudar” como una de las normas culturales que contribuyen a la mejora.

Estas tres ideas nos llevan a reflexionar sobre la contradicción de defender, cada vez con más fuerza y convicción, una Escuela Pública de todos y para todos; y que sus aulas se mantengan como un espacio privado poco accesible.

Soñemos: imaginemos cada aula como un espacio de aprendizaje, colaboración y apoyo entre estudiantes, docentes y familias; donde los profesores considerasen que son responsables del aprendizaje de todos y cada uno de los estudiantes del centro, no solo de los de su aula; donde sea habitual ver a dos, tres, cuatro docentes interactuando en una misma sala de clase, y varios grupos de estudiantes de distintos cursos trabajando juntos; donde las madres y los padres también colaboren, aprendan y compartan sus saberes… Imaginemos un aula pública de todos y para todos.

Desprivaticemos nuestras aulas.

Referencias


Krichesky G.J. y Murillo, F.J. (2011). Las Comunidades Profesionales de Aprendizaje. Una Estrategia de Mejora para una Nueva Concepción de Escuela. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 9(1), 65-83.

Lieberman, A. y Miller, L. (1984). Teachers, their world, and their work. Implications for School Improvement. Alexandria, VA: Association for Supervision and Curriculum Development. Disponible en http://files.eric.ed.gov/fulltext/ED250285.pdf

Murillo, F.J. (2012). Nuevas formas de innovar en educación. En M. Rodríguez y C. Llopis (Coord.), Otra educación es posible (pp. 83-109). Madrid: Narcea

Stoll, L. y Fink, D. (1999). Para cambiar nuestras escuelas. Reunir la eficacia y la mejora. Barcelona: Octaedro.

Referencia Original

Murillo, F. J. y Duk, C. (2014). Desprivatizar las aulas. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 8(1), 13-15.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Evaluación justa: entre la igualdad y la equidad


La necesidad de mejorar los sistemas de evaluación está haciendo que crezca la preocupación por determinar qué es una “evaluación justa” (fair assesment) y, a partir de ello, desarrollar sistemas más justos para todos. De esta forma, en los últimos años, diversos investigadores, especialmente anglosajones, y en muchos casos asociado a la validez de los test y su construcción han abordado esta apasionante temática (Gipps y Stobart, 2009; Pettifor y Saklofske, 2012).

Resulta especialmente interesante el estudio de las concepciones de los y las docentes sobre qué es una evaluación justa, de los factores que inciden en su configuración y de las repercusiones que tienen para su práctica. La investigación de Scott, Webber, Lupart, Aitken y Scott (2014) es una buena orientación al respecto.

Una reciente investigación (Murillo, Hidalgo y Flores, en prensa) estudió las diferentes concepciones que tiene los docentes sobre que es una evaluación justa. Y quizá el resultado más llamativo es la incidencia del contexto en esa concepción.

Así, los docentes que trabajan en centros situados en contextos favorables asociaban una evaluación justa a términos como “objetividad”, “transparencia” o “igualdad para todos“. Veámoslo en palabras de los propios profesores:

"Yo lo que busco es la objetividad […]. Corrijo lo más objetivamente posible. Mira, la de verdadero y falso es muy fácil, 25 por 0,4. […]Me gusta de tal manera que esté estructurado y que ellos sepan… en general no suelo tener protestas como “¿y por qué me pones aquí un 1,25 sobre 2?” y le digo “a ver, ¿cuántas causas había?” y efectivamente… la ortografía y la expresión, eso va aparte. Corrijo las 25, o las preguntas que haya, si alguna pregunta vale menos porque es más sueltita, aparece también en el examen". [p8FAV:3]

"Creo que un componente importante de la justica es la honestidad, entonces yo creo que tienen que haber una claridad en la evaluación y saber a qué atenerte; tener unos criterios establecidos y en función de esos criterios la persona que es evaluada sabe que va a ser evaluada y sabe para qué es la evaluación." [p4FAV:3]

Por el contrario, el concepto de evaluación justa para los y las docentes que trabajan en centros ubicados en un contexto desafiantes es radicalmente diferente. Estos profesionales valoran el esfuerzo, el avance del alumno y su desarrollo integral. Asimismo, consideran esencial adaptar las pruebas de evaluación a cada estudiante en función de su capacidad, estilo de aprendizaje y desarrollo. Consideran que hay que tener en cuenta el contexto y adaptarse a la situación de cada estudiante para que la evaluación sea verdaderamente justa. Dos palabras más de los profesores:

"No corrijo de forma cerrada. Entonces lo que yo intento es valorar, es que ha habido un aprendizaje, que ha habido un avance y… el que haya una mitad de pruebas cortas… es para intentar que aprueben porque la segunda parte es mucho más difícil para los alumnos…" [p9DES: 4]

"Lo importante no es la nota que saquen en el examen escrito ni si avanzan puestos en el cálculo mental, sino saber de dónde ha partido y hasta dónde ha llegado. No puede ser igual de un niño que parte con una nota de un 8 y llega a un 8,5 que otro que parte con un 3 y llega a un 7. En el primer caso parece que tu aportación ha sido muy poca, mientras que en el segundo caso ha de reconocerse el logro conseguido. La nota que saques de un examen no me dice mucho, no me preocupa, sólo me detecta las necesidades. Lo que yo intento valorar a lo largo del año es el esfuerzo y el avance que ellos han tenido desde su punto de partida hasta su punto final" [p2DES: 3]

"Intento adaptar las pruebas a cada niño y yo sé que es un follón con 27 niños, pero no es lo mismo hacer una prueba para diez niños que sabes que tienen más o menos el mismo nivel que para otros niños, ¿sabes? Eso no quiere decir que no les esté poniendo los mismos contenidos ni les esté poniendo diferentes objetivos, pero sí a lo mejor se los pongo de otra manera para que ellos estén más motivados". [p3DES:3]

Como vemos, se genera un debate entre una evaluación igual para todos frente a una evaluación desigual, equitativa, que se adapte más al proceso y las características que el resultado bruto.

¿Igualdad o equidad en evaluación? El debate no es solo una simple disquisición académica, sino que está ayudando a configurar un tipo de educación y, con ello un tipo de sociedad. ¿Consideremos a todos iguales, y con ello un mismo trato, o a cada uno diferente, y prestamos una atención individualizada en función de sus necesidades?

Referencias

Gipps, C. y Stobart, G. (2009). Fairness in assessment. En C. Wyatt-Smith y J. Cumming (Eds.), Educational assessment in 21st century: Connecting theory and practice (pp. 105-118). Dordrecht: Springer.

Murillo, J., Hidalgo, N. y Flores, S. (2016). Incidencia del contexto socio-económico en las concepciones docentes sobre evaluación. Profesorado, Revista de Currículum y Formación del Profesorado, 20(3), 251-281

Pettifor, J. L. y Saklofske, D. H. (2012). Fair and ethical student assessment practices. En C.F. Webber y J. Lupart (Eds.), Leading student assessment (pp. 87–106). Dordrecht: Springer.

Scott, S., Webber, C.F., Lupart, J.L., Aitken, N. y Scott, D.E. (2014). Fair and equitable assessment practices for all students. Assessment in Education: Principles, Policy and Practice, 21(1), 52-70.



Referencia Original

Murillo, F. J. e Hidalgo, N. (2014). Evaluación justa: entre la igualdad y la equidad. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 7(3), 5-6.

jueves, 2 de enero de 2014

La Investigación sobre Liderazgo Educativo: Una Mirada desde el Presente Proyectada al Futuro

Defender, a estas alturas, la importancia del liderazgo escolar para la transformación educativa no parece aportar más novedad que reiterar lo ya conocido. Efectivamente, tenemos claras evidencias empíricas que establecen una relación medible, aunque indirecta, entre el comportamiento de las personas que ejercen el liderazgo y el desempeño de los estudiantes, pero también conocemos la capacidad de los y las líderes para incidir y transformar la cultura escolar, incluso su papel dinamizador de la comunidad en la que está inserto el centro educativo.

No sería exagerado decir que el centro educativo, desde las escuelas de educación infantil hasta la universidad, es muestra y reflejo del liderazgo que tiene: ausente, afectivo, comprometido, autoritario, débil, compartido, eficaz, etc. "Dime cómo es su liderazgo y te diré como es tu centro docente...". Pero no es solo eso, los y las líderes escolares también son líderes sociales. Seguro que sin estas personas no existiría la marea verde, y en consecuencia actúan los responsables políticos con ellos. Hecha la denuncia, no nos metamos en jardines, que hoy no toca.

Por esa importancia, sin duda, la investigación sobre liderazgo escolar se ha convertido en uno de los temas fundamentales de la investigación educativa, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. De esta forma, y centrándonos en el espacio más cercano, es fácil ver como en este siglo XXI se han multiplicado los artículos de investigación, las tesis doctorales y los proyectos de investigación financiados con fondos competitivos orientados a describir, explicar y comprender diferentes aspectos del liderazgo y de la dirección. Sin entrar en el detalle ni incluir referencias que siempre resultan injustas por incompletas -el objetivo meramente introductorio de esta presentación nos desanima a ello-, es posible distinguir cuatro grandes ámbitos de la investigación sobre liderazgo escolar en España desarrollados en la última década.

En primer lugar, en línea con los avances en otros países, se han llevado a cabo en estos últimos años algunas buenas investigaciones sobre los nuevos enfoques en la dirección y el liderazgo escolares. Así, planteamientos tales como liderazgo distribuido, para el aprendizaje, para la justicia social, inclusivo, resiliente..., están siendo de objeto de estudio en diferentes trabajos.

Uno de los mayores retos del sistema de dirección escolar en España es el acceso a la función directiva. Aunque el procedimiento ha ido cambiando en los últimos años, se mantiene el fenómeno de que una gran cantidad de puestos se quedan sin ser cubiertos por falta de candidatos, haciendo que la Administración tenga que nombrarlos directamente. El estudio de por qué ocurre y cómo modificar la situación es una de las líneas de investigación en la actualidad en España. Directamente ligado es la investigación, tanto con finalidad descriptiva como normativa, sobre la formación de los directores.

La tercera línea de investigación a la que hacemos referencia aborda las actividades, competencias y dificultades del ejercicio de la función directiva. Temas tales como las motivaciones y resistencias, la controvertida profesionalización de los directivos, el síndrome de bournout en este colectivo, o sus habilidades sociales han sido abordabas en los últimos años por investigadores e investigadores en España.

Una cuarta y última línea y, con una fuerte predominancia en nuestro contexto, es la investigación sobre dirección escolar y género. En esencia, es posible encontrar tres tipos de trabajos empíricos desarrolladas en el siglo XXI sobre esta temática. En primer lugar, estudios descriptivos que se centran en mostrar una panorámica de la situación de la mujer en la dirección escolar. Otro grupo de investigaciones se ocupan de analizar las barreras y los obstáculos que tienen las mujeres en el acceso y el desempeño de la dirección; y, por último, encontramos trabajos con un enfoque más descriptivo y analítico, que se dedican a mostrar el trabajo que las mujeres ejercen en los puestos directivos.

La investigación sobre la dirección y el liderazgo desarrollada en los últimos años en España muestra, así, dos miradas complementarias: una visión del presente, centrada en los problemas y disyuntivas que la atenazan, junto con una mirada de futuro, que busca abrir nuevos caminos para su desarrollo. Este monográfico parte del hoy para lanzar una mirada al mañana. Dediquemos algunas palabras a su descripción.

En coherencia con lo dicho hasta ahora, no es necesario insistir que la elección de este tema por la Revista Fuentes resulta del todo acertada y pertinente. Aunque breve por el número de aportaciones que lo componen, destaca por esa mirada de futuro, optimista, de abrir nuevas rutas.

Referencia Original

Murillo, F. J. (2013). La investigación sobre liderazgo educativo: Una mirada desde el presente proyectada al futuro. Revista Fuentes, 14, 11-14
https://revistascientificas.us.es/index.php/fuentes/article/view/2351/2170


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