martes, 27 de julio de 2021

Prólogo al libro, La enseñanza de las lenguas (2001)

La expulsión del Paraíso fue el primero y más doloroso de una serie de castigos con los que Yahveh quiso reconducir las desmesuradas ambiciones de los hombres. Tras él vinieron el Diluvio Universal, Babel, Sodoma y Gomorra... En lodos los casos se buscaba la evitación de comportamientos atendiendo a los principios básicos de la teoría conductista. Y la historia de la humanidad es la historia de la redención, del progreso científico y técnico, de la búsqueda de la virtud y la comprensión y unión entre los pueblos. Y el sistema educativo es el brazo ejecutor de la sociedad en esa búsqueda. 

Desde que los jóvenes Adán y Eva fueron expulsados por su rebeldía, la humanidad ha querido reconquistar la utopía. El camino elegido para ello ha sido el del progreso, confiando en que al final del mismo se encontraría un nuevo paraíso, y el medio de transporte utilizado, la educación. Así. el acto de transmitir información a los miembros más jóvenes de la sociedad para su mejora como individuos y como colectivo es consustancial a la idea de persona. Pero no ha sido hasta hace menos de dos siglos cuando se han aplicado métodos industriales en dicha tarea. Con los sistemas educativos se ha conseguido producir más, mejor y más barato y, lo que es más importante, se ha multiplicado la velocidad alcanzada en el sendero hacia el Edén. 

Sin embargo, algunas mentes lúcidas como las de Huxley, Orwell o Zamyatin nos mostraron que quizá no sea lodo tan fácil, que no está muy claro que el simple desarrollo tecnológico desemboque en una situación mejor. Si esto es cierto, aunque los sistemas educativos estén cumpliendo a la perfección su misión de enseñar más Matemáticas o Ciencias, están fracasando en su labor de colaborar en la reconquista del paraíso perdido. Tampoco podemos ser excesivamente optimistas si analizamos la evolución de la sociedad desde el Génesis en materia de valores. Violencia, racismo, intolerancia... nos acompañan ahora como lo hicieron siglos atrás. Y en este caso sí que recae una mayor responsabilidad sobre la escuela: el sendero es el correcto, pero el desnivel es excesivo, y sólo conseguirnos titubeantes avances acompañados de estrepitosos fracasos. Así, difícilmente se evitará una nueva catástrofe venida del cielo en forma de agua o azufre; así, Gomorra puede reproducirse. 

Pero, frente a tanto fracaso, una luz de triunfo se vislumbra en el horizonte, Cada día que pasa está más clara la necesidad de acabar con la maldición de Babel. Y, al final, será la globalización, palabra demoniaca, la que nos redima. Cierto es que no conseguirá que volvamos a ser un solo pueblo, pero sí está siendo el acicate necesario para recuperar el ideal de la comunicación universal, como lo tuvo Ludwik Zamenhof. Lástima que el esfuerzo de este polaco visionario descanse ahora en el sueño de los justos. 

Y como es el mercado el que dirige, ya nadie duda de que será el inglés la lengua que hablarán los habitantes de la Aldea Global de McLuhan. Probablemente pocos defiendan la excelencia de tal elección: con el inglés nos viene mucho más que una lista de vocablos y unas reglas para combinarlos. En su vocabulario, entre sus expresiones y giros idiomáticos se transmiten valores, formas de ver la vida y de afrontarla: pensamiento y lenguaje como ámbitos interdependientes. Pero seamos realistas, mejor la rica lengua de Shakespeare que el orweliano newspeak

En unos pocos años, y con una eficacia y eficiencia sobresalientes, los sistemas educativos están consiguiendo que una gran parte de la humanidad pueda entenderse con sus congéneres del otro lado del mundo (el reto consiguiente es lograr que tengan los medios para hacerlo). Tan sorprendente es la forma en que el inglés se está extendiendo entre nuestros jóvenes que resulta indispensable saber cómo lo ha conseguido. Queda claro que el rol del sistema educativo ha sido, una vez más, el de simple instrumento. Cuando los poderes fácticos planetarios han tornado tal decisión, la comunidad educativa se cuadra y ejecuta. Quizá sea uno de los mejores ejemplos para argumentar contra quienes hablan del inmovilismo del sistema educativo para adecuarse a las nuevas necesidades. Se dice que términos como globalización o Internet son los máximos responsables pero ¿cuándo acabará la ancestral injusticia de culpabilizar al mensajero? 

En este discurrir mental llegamos a una concepción de la enseñanza de las lenguas extranjeras como algo casi mítico: uno de los componentes más dinámicos del sistema, que está consiguiendo dar respuesta a las necesidades sociales y cuya contribución a la comprensión internacional resulta de primer orden. Hay que reconocer que suena algo irónico, pero tiene su parte de verdad. 

La evolución de la enseñanza de los idiomas modernos en el sistema educativo en estos años es tan impresionante que perfectamente podría servir de modelo para la mejora de otras disciplinas. Así, y sin pretender ser exhaustivos, podemos destacar su dinamismo: su actitud de continua búsqueda e innovación para la mejora de la metodología didáctica consiguiendo alcanzar altas cotas de eficacia. O su capacidad para saltar del anonimato a la fama, y llegar a ser una de las disciplinas más importantes de los currículos partiendo de una escasa consideración por parte de los alumnos. Y también su demostrada habilidad camaleónica: adaptarse a las demandas de la sociedad cambiando el idioma de enseñanza preferente de forma tan rápida y con tan pocos conflictos...; y algunos ejemplos tenemos de que eso no es tan fácil. 

Pero toda situación idílica tiene su contrapartida, y la enseñanza de las lenguas extranjeras está cargada de problemas y dificultades, tanto en España como en otros países. Estos problemas, sin embargo, constituyen un elemento básico en el devenir dialéctico que supone el avance de cualquier campo, significan el aliciente que provoca el movimiento, la innovación, la mejora como actividad permanente. Aunque hay que reconocer que. actualmente, este ámbito no es uno de los más conflictivos. pero si uno de los que alberga mayor número de expectativas. 

Y habiendo llegado a este punto, muy malos acompañantes hemos debido de ser si algún lector no está convencido del interés que tiene un trabajo que analiza la situación de la enseñanza de las lenguas extranjeras en España. Quizás podrán argumentar que el interés de una obra no radica sólo en la temática, sino también en cómo se aborde y. en definitiva, en la calidad del trabajo. Obviamente serán el lector, en primer término, y las comunidades escolar y científica, en último lugar, quienes determinen su excelencia; aunque en realidad este volumen justificará su existencia en la medida en que sea capaz de incidir en el sistema educativo para su mejora. Aquí y ahora sólo podemos decir que la materia prima es excelente y las artesanas absolutamente experimentadas y competentes; del producto final nos hará sus comentarios el lector cuando haya cumplido satisfactoriamente la labor que le corresponde y nomina. 

En cualquier caso, parece de justicia afirmar que el presente libro es una obra oportuna y valiente. Pero su oportunidad no está generada exclusivamente por centrarse en un tema clave y de extrema actualidad, sino por hacerlo desde una perspectiva múltiple y globalizadora. En este sentido, las autoras son fieles seguidoras de la mejor tradición investigadora del CIDE en su capacidad para afrontar cuestiones básicas pero controvertidas del sistema educativo en todos sus componentes y desde un enfoque multidisciplinar. Así. en este trabajo se analiza la enseñanza de las lenguas extranjeras en cada uno de sus aspectos, y tanto en las Enseñanzas de Régimen General como en las de Régimen Especial, formando un conjunto perfectamente contextualizado desde una perspectiva histórica y comparada. Con todo ello se obtiene una imagen completa, global e integradora de la situación de la enseñanza de las lenguas extranjeras en el sistema educativo español, una imagen que sirve como base para la elaboración de una serie de propuestas que orienten su futuro. Porque ése es el doble objetivo que orienta el libro: mostrar la situación actual contextualizada para ofrecer pautas de mejora.

Y decíamos que era un trabajo valiente; valiente, pero no temerario, Valiente por abordar los elementos conflictivos sin complejos ni prejuicios, por no evitar ninguna cuestión por espinosa que pueda resultar, Pero, sobre todo, es valiente por abordar la temática con seriedad, desde una perspectiva rigurosa y objetiva. Sin duda, la obra que ahora comienza no es un documento de opiniones más o menos acertadas, es un análisis que recoge y presenta datos objetivos, extraídos de la normativa y las estadísticas oficiales, pero no por ello menos interesante y rico en matices. 

Pero si hay algo que no podemos dejar de encomiar de este trabajo son las cinco ideas que lo cierran, las cinco sugerencias que hacen las autoras para mejorar la enseñanza de las lenguas en España. Son la quintaesencia de la obra; de hecho se puede defender que todo el trabajo, por interesante que sea. no es más que el sendero que nos conduce a ellas. Y para comprenderlas y valorarlas en toda su extensión es importante recorrerlo. Como la llegada a Santiago tras semanas de peregrinaje desde Roncesvalles: algunas etapas se hacen duras, otras absolutamente encantadoras, pero sólo el lector que haya cumplimentado la totalidad del recorrido sabrá apreciarlas en su justa medida y sobre todo, sólo él poseerá las claves necesarias para interpretar correctamente el significado del viaje y su final. 

Referencia original

Murillo, F. J. (2001). Prólogo. En C. Morales y otros, La enseñanza de las lenguas extranjeras en España (pp. 9-12). CIDE.